Hemos recibido a través de nuestro apartado “Tu espacio” un texto relacionado con nuestra publicación “Nuevos tiempos, nueva enseñanza”. Esperamos seguir llenando el blog con vuestras experiencias y opiniones, tanto relacionadas con nuestras publicaciones como con cosas que hayáis hecho.
Nos ha parecido interesante y estamos muy contentos de contar con la opinión de un lector, más aún tratándose de un profesional de la enseñanza, así que lo publicamos añadiendo alguna imagen para acompañar el texto recibido. Esperamos que también os lo parezca y que os ayude:
Hola, mi nombre es Luis y soy profesor desde hace ya más de treinta años, por lo que he vivido en primera persona la evolución de la educación, así como la relación padres-escuelas.
Me gustaría comentaros algunas cosas que me vayan viniendo a la cabeza relacionadas con el artículo “Nuevos tiempos, nueva enseñanza” y que sólo pretenden servir de reflexión.
La familia, educa. La escuela enseña y continúa la labor educativa de la familia. Afortunadamente hace tiempo que la escuela ha dejado de ser un lugar en el que únicamente se transmiten conocimientos. Las familias, si pueden, eligen los centros en función no sólo de la calidad académica, también tienen en consideración que la educación que se imparta siga la línea que ponen en práctica en sus casas.
Hoy la escuela promueve la formación integral y global del alumno: se preocupa por la transmisión de conceptos, impulsa la adquisición de procedimientos, hábitos, habilidades y destrezas, desarrolla la cultura del esfuerzo, forma en una educación en valores, competencias y habilidades sociales, te integra en el entorno participando en actividades del barrio, realiza actos culturales, deportivos, salidas, festivales de todo tipo… ayudando a adquirir competencias necesarias para la formación básica del alumno.
Los modernos medios de comunicación permiten adquirir de forma rápida la información. También pueden integrarla con la práctica. Hoy importa más «enseñar» a buscarla, a seleccionarla, a interpretarla. Se le da mucha importancia al «aprender a aprender», a desarrollar el espíritu crítico, a pensar por sí mismos, se impulsa la reflexión… Los alumnos son personas y les ayudamos a vivir una vida mejor intentando explicarles por qué suceden las cosas con las que se tendrán que enfrentar cada día.
Por tanto a lo largo de las distintas etapas obligatorias se pretende la adquisición por parte de los alumnos de una autonomía y responsabilidad en el aspecto cognitivo o intelectual, pero también en el emocional y en el desarrollo social y moral. Ello ha de contribuir a la construcción de su propia identidad y en el asentamiento de un concepto positivo de sí mismo que le permita afrontar retos futuros.
Este debería ser el criterio actual de la escuela en la educación de los alumnos. Siempre con el seguimiento, apoyo y complicidad de la familia.
Una de las cosas que tengo más claras es que la formación integral del alumno es como un taburete de tres patas (familia-alumno-escuela) y que si una de ellas falla, el taburete se va al suelo. Seguro.
La familia y la escuela han de apoyarse mutuamente, ir a una y el alumno ha de percibir esa complicidad. Y si hay alguna discrepancia dialogar las dos partes, pero nunca hacer partícipes de ello al alumno. Igual que los profesores/as nunca hablan mal a los alumnos de sus padres, los padres no deben hablar mal del colegio/profes a sus hijos. Confianza y diálogo entre las dos partes, nunca romper la comunicación. Ser siempre positivos y constructivos. A fin de cuentas todos buscamos lo mismo: lo mejor para los hijos/alumnos.
Las vías de comunicación son variadas: agenda, teléfono, correos, entrevista personal, entradas y salidas… Usarlas si es necesario, en función de la importancia del asunto a tratar y la disponibilidad de las partes. Concertarlas previamente, así el profesorado se «prepara» la entrevista (consulta a otros profes que tenga el alumno, pregunta a la psicóloga del centro en el caso que haga seguimiento del alumno, repasa anotaciones personales, etc.) y os informará mejor.
Una mala relación en este sentido puede crear un malestar hacia el colegio por parte del alumno (que se siente «apoyado» por el padre o la madre), y que puede manifestarse en una inadecuada adaptación y ser un factor determinante del fracaso escolar.
El fracaso escolar puede deberse a la suma de múltiples causas pero no tiene que ver con que los padres no tengan suficientes conocimientos para ayudar en caso necesario a sus hijos. El nivel de los primeros años de enseñanza obligatoria está al alcance de cualquier padre actual.
La importancia de los padres en la prevención del fracaso escolar viene por interesarse por sus estudios y aficiones, por lo que han hecho en el colegio, por lo que tienen que hacer en casa, con su presencia motivadora, no para hacerles las cosas. Jugar, dibujar, leer, contar historias… con ellos en los primeros años.
El padre no es profesor, pero es educador y puede ayudar con su experiencia. La organización del tiempo en casa, la planificación de las tareas, la existencia de un espacio fijo para realizarlas, la adquisición de unos hábitos positivos… ¡esto es lo importante para evitar el fracaso! Y todo bailando RAP: Rigor, Afecto y Paciencia.
(nota: en la parte inferior de la viñeta se puede leer el siguiente chiste. «¿En qué se parece un niño a un smart? En que los puedes aparcar en cualquier sitio»).
Al igual que tiene un tiempo fijo para merendar, para jugar, para ver sus dibujos favoritos en la TV, para estar en el parque, etc., tienen que tener un tiempo fijo, desde edades tempranas, para dedicarlo a tareas escolares (y si no tienen, «rellenar» ese tiempo con la lectura). Con ello adquirirán pronto una autonomía que ahorrará trabajo a los padres y evitará problemas de aprendizaje.
Los hábitos y la responsabilidad se crean y se cultivan: nuestra actitud ha de ser activa. Después, en los últimos cursos de Primaria, todo se volverá más complicado de adquirir, habrá que obligarles y aparecerá cierta rebelión/oposición hacia algo a lo que no están acostumbrados, que no entienden, que les impide hacer otras cosas a las que se han malacostumbrado. Su realidad psicológica es frágil, las cosas les afectan más de lo que parece. Hasta los 14-15 años los padres son su principal referencia, no la escuela.
Los profesores/as son profesionales que se suponen que conocen lo que es mejor para sus alumnos. Los padres se supone que han leído el ideario del centro en el que han matriculado a sus hijos y por lo tanto están de acuerdo con él. Seguro que será una escuela abierta, moderna y acogedora. Juntos, familia y escuela, conseguiréis con afecto, disciplina y ética desarrollar y consolidar la personalidad y armonía de vuestros hijos-alumnos-personas. ¡Ánimo!
Estos criterios básicos serían algo diferentes para alumnos con Necesidades Educativas Especiales, que requieren la intervención y ayuda de otros profesionales (profesores de apoyo, psicopedagogo…) y elementos curriculares específicos (ACI…) y también para alumnos con una capacidad muy superior al resto de la clase.
Creo que me estoy enrollando mucho. Espero que sirva para algo, al menos de reflexión. Incluso, por supuesto, para discrepar.
Saludos,
Luis.